domingo, 1 de marzo de 2015

La Sabila

La Sábila
 Es una planta nativa de las zonas tropicales de Oriente, África del Sur e Indias Occidentales. Hoy en día se cultiva ampliamente en algunas zonas cálidas de Norteamérica y en otros muchos lugares.
Esta planta ya se utilizaba con fines terapéuticos hace cinco milenios, y así ha seguido siendo a lo largo de la historia (y de la prehistoria), y en las más diversas culturas. Presente en todos los espacios y en todos los tiempos.
Desde el antiguo Egipto a la civilización maya, pasando por los evangelios ( se dice que Jesús fue embalsamado con una mezcla de aloe y mirra), el aloe aparece a lo largo de todos los tiempos y en casi todas las culturas, con nombres tan significativos como:
"la planta de la inmortalidad" (Egipto)
"la curadora silenciosa" (India)
"la planta bíblica" (por sus numerosas apariciones en el Antiguo y Nuevo Testamento)
"el remedio armónico" (China)
"la fuente de la juventud" (la población seminola de Florida)
"la planta que no necesita doctor" ("isha irasu", en Japón)
Encontramos que ya aparecía en las pinturas rupestres, tallas, frisos y dibujos en lugares tan distanciados como la Península Arábiga, África, Nueva Guinea, Palestina o las Islas Británicas.
En El libro de las hierbas medicinales, de origen chino (probablemente el primer libro sobre medicina que se ha escrito en la historia, hace 5.000 años), el Ayurveda en la India (por la misma época), las Tablas Babilónicas (donde su nombre indica), o en el Papiro Ebers o Libro egipcio de los remedios, el aloe aparece como remedio para el tratamiento de males tan diversos como: quemaduras y heridas, inflamaciones, laxante, disfunciones del aparato digestivo y hepato-biliar, problemas respiratorios, etc.

La sábila tiene un gel, que se extrae de las hojas carnosas de la planta y es utilizado por muchos debido a su poder curativo, antibiótico y limpiador.
El jugo de sábila contiene muchas vitaminas y minerales importantes, así como beta caroteno, aminoácidos y un tipo complejo de carbohidratos llamado mucopolisacaridos. Estos son responsables de gran parte de su actividad curativa, que comprende mitigar la inflamación del sistema digestivo y aliviar el estreñimiento, la flatulencia del sistema digestivo y los síntomas del síndrome de intestino irritable (IBS).
El jugo gelatinoso de las hojas frescas también se puede emplear en zonas externas del cuerpo. Se considera que cura heridas y también se puede untar en la piel para mitigar quemaduras debidas a amplias exposiciones al sol, arrugas, irritaciones de la piel y cortadas menores.
Las infusiones de sábila son buenas para lavar heridas y ojos. El jugo tiene un sabor amargo y difícil de ingerir, por ese motivo por lo general se mezcla con jugo de frutas para hacerlo mas aceptable. En la actualidad, se puede obtener jugo de sábila puro en la mayoría de las tiendas de alimentos naturistas.


Beneficios de la Sábila

Por sus componentes naturales del aloe es fácil comprender por qué su uso ha sido tan extenso y variado a lo largo de la historia.
1- El origen de su poder antioxidante y de antienvejecimiento (betacaróteno, vit. E, C...), fortalecedor del sistema inmunológico (zinc, vit. C...), regenerador de los tejidos (vit. E, el polisacárido acemanano...), preventivo de infecciones (hierro...), para el buen funcionamiento nervioso y del crecimiento (manganeso), para la formación de nuevas células (magnesio), anestésico (éster de ácido cinámico), funguicida (ácido cinámico), bactericida (antraceno, barbaloína, etc.) etc.
2- Se podría considerar al aloe vera como un "sanador universal", que actúa a nivel celular para ayudar a curar y regenerar cada uno de nuestros órganos y tejidos, colaborando en su buen funcionamiento.
3- El sistema digestivo y excretor: Desde la boca (encías, sarro en los dientes, hasta el último tramo del intestino, previniendo el cáncer de colon o las hemorroides). 
Penetra en las paredes del sistema digestivo, consiguiendo eliminar las bacterias dañinas, facilitando la repoblación de una flora benéfica y favoreciendo la absorción de nutrientes. 
Su contenido en magnesio láctico reduce la actividad del estómago y su agente alcalinizador contrarresta la acidez y cura o previene úlceras. 
Es un laxante natural, mejora el metabolismo, favorece la eliminación de las grasas y reduce el colesterol. 
De vital importancia, pues "somos lo que comemos" y también lo que absorbemos, y un sistema digestivo que no pueda realizar bien sus funciones (problemas de digestión o absorción por exceso de ácidos -estómago-, bacterias -intestinos- etc.) no dejaría que los nutrientes necesarios lleguen a nuestros órganos y tejidos.
4- Afecciones de la piel: Cicatrizante-es utilizado en heridas ya sean externas o interna en la piel. quemaduras, heridas, inflamaciones, psoriasis, acné juvenil, manchas oscuras de la piel, infecciones por hongos... Los agentes cohesivos e hidratantes, así como su acción antioxidante y antienvejecimiento, y sus efectos desinfectantes, regeneradores y nutritivos, lo han hecho efectivo incluso en el tratamiento de la lepra, en algunos casos.
5- Antiinflamatorio: reduce la inflamación y el dolor que provocan los procesos reumatoides o artríticos, las tendinitis y las contusiones. La artritis: Su poder antiinflamatorio y analgésico (la enzima bradikinasa, éster) ayuda en todo tipo de inflamaciones y lesiones. Su acción regeneradora de las células ayuda en la rotura de los tejidos y los huesos (en los casos de caídas por la pérdida de equilibrio), así como en la descalcificación, al estimular la formación de calcio y fósforo.
6- Rejuvenecedor: ayuda a producir células responsables de la producción del colágeno.
La diabetes: En diversas investigaciones se ha visto que disminuye el nivel de glucosa al inyectarse jugo de aloe en la sangre. Pero sobre todo se está utilizando en el tratamiento de los efectos secundarios, como inflamaciones, edemas y heridas.
7- El asma: El aloe estimula la actividad de los fagocitos, las células inmunológicas que controlan este problema respiratorio. El polisacárido acemanano influye sobre el sistema inmunológico al potenciar la acción de los macrófagos y las monokinas, que destruyen cualquier elemento invasor extraño. 
A lo largo de la historia ha quedado claro su potencial para tratar las enfermedades respiratorias, incluida la tuberculosis.
8- El corazón: Diversas investigaciones han demostrado la buena influencia sobre el corazón de lassales de calcio isocitrato, presentes en el aloe. Otros experimentos han demostrado la reducción de ataques de angina de pecho así como del colesterol LDL, el malo. Además, parece demostrado que la pulpa de aloe disminuye la presión sanguínea.
9- El cáncer: Muchas investigaciones actuales se están centrando en el aloe para el tratamiento del cáncer, así como de sus efectos secundarios. En concreto, en el acemanano de aloe vera, que ya se está utilizando en muchos casos y podría constituir un tratamiento efectivo en muchos casos de cáncer, como la leucemia. Las inyecciones subcutáneas de aloe y otros tipos de tratamientos con jugo de aloe, parece ser que contribuyen a reducir el tamaño de la masa tumoral.
10- El sida: El acemanano también ha demostrado ser de gran efectividad en el caso del sida, y totalmente desprovisto de toxicidad. 
Se han utilizado métodos combinados con otros productos naturales (como los ácidos esenciales omega 3) y dietas limpias de origen ecológico. 
Al mismo tiempo, combate a las innumerables enfermedades denominadas "oportunistas" (como el cáncer, úlceras, enfermedades de la piel...) por sus cualidades antivíricas (antraquinonas) y de reforzamiento del sistema inmunológico (bradikinasa, zinc, vit. C, betacaróteno...), estimulando además la multiplicación de los macrófagos, las células T y las células CD-4.
Es una planta muy fácil de cuidar por lo que abunda en los jardines de los hogares.
Los múltiples beneficios de la sábila, han convertido a esta planta medicinal en una de las alternativas naturales más populares.
Nota: Amigo lector le deseamos muy buena vida y salud, cuídese; siempre debe consultar a su médico sobre una condición médica y menor duda que tenga. Estas recomendaciones no deben sustituir los tratamientos médicos; sólo son un complemento.

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